Ecos de ilusión

"Id como una plaga contra el aburrimiento"

Quería hacer una entrada sobre el viaje al salón de Barcelona, pero si no es por falta de tiempo, es por falta de humor que no la hago.

Ha sido volver y estamparme contra la realidad (como cada viaje que hago en verdad, pero este lo he notado más que otros). La gran ciudad me ha causado un gran impacto, más que Madrid. Me he sentido como si hubiese encontrado el lugar donde quiero pasar el resto de mi vida, no sé cómo explicarlo. El bullicio de la gente, el desplazarte de una punta a otra en cuestión de minutos gracias al metro, las grandes y espaciosas calles, los turistas por todas partes, eso de estar aburrida y poder decir "voy a coger el metro para ir a no se dónde y ver qué hay"... me he enamorado de la ciudad y sólo he estado cinco días.

A la vuelta no podía dejar de pensar "quiero vivir aquí, quiero venirme a hacer la carrera", incluso he llegado a creerme que puedo hacerlo, pero no.

Sé realista Regi, no puedes. Me lo tengo que decir ahora para no hacerme más ilusiones. Tengo una responsabilidad muy grande y debo empezar de una vez a aceptar que la tengo, porque hace cinco años el momento de decidir qué hacer con mi vida estaba todavía muy lejos, ahora me queda menos de un año y tengo que aceptarlo ya.

Hoy he tenido que llevar a mi madre a urgencias porque se quejaba (otra vez) de tener una presión en la cabeza y de respirar con dificultad; yo ya sabía lo que le iba a decir el médico, no ha sido nada nuevo. Tiene angustia y ansiedad (producto de su depresión, vamos), tiene que dejar de preocuparse tanto por las cosas y salir más, despejarse. Me duele la boca de decírselo; a los médicos también.

Mi madre es mi gran responsabilidad. Llevo todos estos años queriendo ecurrir el bulto, pero cuanto más pasa el tiempo, más me doy cuenta de que no puedo, de que realmente soy "el cabeza de familia", de que tanto ella como mi hermano dependen de mí. No puedo irme lejos, no puedo "abandonarlos a su suerte". Ni siquiera puedo decirle cómo me siento a alguien porque no quiero escuchar algo parecido a "seguro que no es para tanto; tú tienes que vivir tu vida", etc.

Ni siquiera puedo mirar a los ojos a alguien para hablarle de mí. Así que lo escribo aquí.

Estos días estoy muy susceptible (más que de costumbre). Si me regañan en una práctica, me siento mal. Si discuto con alguien, me siento peor. Me tomo a mal la mitad de los comentarios y me enfado muy rápido. Me digo "será por la regla", que sí, incrementa mi temperamento, pero no a tal grado.

Me siento asqueada de todo (qué novedad). No quiero estudiar en Málaga con el sistema de mierda actual, sé que van a ser cuatro años perdidos. En realidad, cada vez creo más que no debería estar estudiando esto, un oficio que me exige disponibilidad y movilidad, cosas que no sé si voy a poder tener. Pero me encanta esto, me encanta realizar, me encanta crear historias, escenarios, comerme el coco hasta encontrar el plano y el encuadre perfecto. Me encantaría hacer cine. Y me contradigo con el sentimiento, cada vez más fuerte, de que estoy caminando por el camino equivocado. Que debería buscar algo que me asegure un sueldo a fin de mes en un sitio fijo y cerca de mi familia. Sin embargo, lo único que quiero es irme lejos, buscarme la vida y ver mundo.

Mi sueño en esta vida es escribir las Crónicas de Vihenia, mi mundo inventado, esa historia que lleva en mi cabeza desde los 12 años y que tanto ha mutado desde entonces. Luego, realizar las películas de mis libros y ver colmada mi obra. Mi meta en la vida es otra.

Creo que mi gran consuelo es mi propio sueño. Sé que esté donde esté, trabaje de lo que trabaje, no importará, porque algún día terminaré de escribirlos y con eso ya me daré con un canto en los dientes. Igual no consigo que me lo publiquen. Igual nunca hago cine. Pero nadie podrá impedirme nunca que lo escriba, y ese simple pensamiento me da fuerzas suficientes para tirar del carro y seguir hacia delante.

En el fondo me parezco más a mi madre de lo que me gusta admitir.