Ecos de ilusión

"Id como una plaga contra el aburrimiento"

Menos mal que me ha dado por mirar el gmail, meeeenos mal.

Pepe no tiene otra cosa mejor que hacer para arruinarnos el finde que decir el viernes "igual el lunes hacemos un controlcillo, (repito: "controlcillo") de lo que hemos visto hasta ahora. Eso es que tenemos examen "sorpresa" definitivamente.

Hoy me da por mirar el correo y me veo, no sólo el tema nuevo de REE (Representaciones escénicas) que ya me lo esperaba, sino 2 temas nuevos de RTV (la asignatura de Pepe y Odile), más 3 .rar de lectura/visionado voluntarios, es decir, que como no lo veas te cagas en el examen, más los planos del control de realización y no sé si me dejo algo.

¿Hola? ¿Qué es todo esto?

No sé por dónde empezar a estudiar, llevo todo el verano sin tocar ni un libro (apuntes más bien).

Hablando de libros, he retomado El nombre del viento, de Patrick Rothfuss, que no sé por qué cojones lo dejé porque es la mar de interesante. El principio era lento, será por eso.
La sinopsis es la siguiente:

He robado princesas a reyes agónicos. Incendié la ciudad de Trebon. He pasado la noche con Felurian y he despertado vivo y cuerdo. Me expulsaron de la Universidad a una edad a la que a la mayoría todavía no los dejan entrar. He recorrido de noche caminos de los que otros no se atreven a hablar ni siquiera de día. He hablado con dioses, he amado a mujeres y he escrito canciones que hacen llorar a los bardos.
Me llamo Kvothe. Quizás hayas oído hablar de mí.

Se llama Kvothe y finge ser un tabernero común en un pueblo común, pero claramente no lo es. Con él vive Bast, que aparenta ser humano, pero claramente tampoco lo es. Luego aparece Cronista, que no es un cronista común, sino el mejor. Cronista reconoce a Kvothe y le convence para contar su historia, que empieza en su infancia en un circo ambulante, desde que conoce a Ben, un viejo arcano, y se convierte en su primer maestro, preparando su mente para aprender a hacer vínculo de simpatía (también llamado magia) hasta, supongo, que el motivo por el que se cambió el nombre y se hace pasar por un tabernero en ese pueblucho.

Venga, prometo que en la próxima entrada no hablaré del módulo.