Ecos de ilusión

"Id como una plaga contra el aburrimiento"

Últimamente, las noches son mágicas.

Nos quedamos hablando hasta las tantas, de todo y de nada, intentando no reírnos de forma escandalosa, repitiendo una y otra vez la misma frase por hablar demasiado bajito.

Las horas pasan y nunca es suficiente. No queremos dormirnos, pero nuestras voces se van apagando lentamente.

En algún momento nos callamos y quedo tumbada respetando tu hueco. Porque estás aquí aunque no esté tu cuerpo.

A la mañana siguiente nunca sabemos cómo nos dormimos ni quién cortó la llamada.

Son noches mágicas.
¡Rawr!

Tus ojos no pegan en la imagen, porque rompen la armonía del ambiente, la inocencia de las sábanas, y queman la frialdad del color azul.

Si la muerte fuese el comienzo, y el nacer fuese el fin.
Si al principio fueras viejo, y un bebé inconsciente al morir.
Si cada día que pasa fueses rejuveneciendo y aprendiendo
A apreciar las cosas que los ancianos ven y los jóvenes no vemos.

Si al pasar los primeros años tranquilo y sosegado,
Con la certeza de un futuro joven, vivirías planeando:
Locuras y maravillas que la vejez te ha vedado,
Sin que hubiera un pasado mejor añorado.

Si al comenzar a trabajar en lo más alto, teniéndolo todo;
Nos quedase tiempo para apreciar lo no apreciado.
El dinero quedaría en un segundo o tercer plano,
Al comprobar que la felicidad no es de plata ni de oro.

Si tu cuerpo se sintiese más joven cada día
Sin preocuparte por asegurarte ningún mañana.
Si viviésemos la juventud con anciana sabiduría,
No habría guerras, hambre, drogas, o melancolía.

Si no tener que madurar ni preocuparte por la realidad
Fuese el premio otorgado por llegar hasta el final;
Si la infancia fuese el epílogo de esta vidorria;
¿Pensarías entonces que la vida está para vivirla?


Crearé todos los mundos que hagan falta hasta dar con el que te haga feliz.
.


Siempre he estado un escalón por debajo de ti, sin pisar tu alfombra roja para no mancharla con mis sucios pies.


Siempre he seguido tu grandeza; las pequeñas luces que dejabas para que no me pierda por el camino.

Siempre he admirado tu fortaleza, tu capacidad para afrontarlo todo con una sonrisa. Para ser tan fuerte tienes que ser casi insensible, pero aun así, sé muy bien que no eres de piedra.

Siempre he sido quien ha pulido tu corona y quien te ha colocado la capa y el cetro. Te recuerdo sólo con la cabeza alta, la mirada al frente y avanzando. He visto a mucha gente caer incapaz de aguantar tu presencia; y también he visto como te has agachado para tender ayuda a los necesitados.

Siempre he querido ser como tú, siempre te he admirado.

Y aunque siempre he estado a tu lado, sin quitarte el ojo de encima, no recuerdo el momento en que tu corazón se volvió la diana de todos. Da igual cuánto hiciste, da igual cuánto luchaste, cuánto ofreciste, finalmente la naturaleza humana es un enemigo contra el que un rey no puede luchar.

Lloro de la desesperación al ver como sigues avanzando, arrastrándome a mí que me niego a seguir, tirando de los dos y de todo el que no puede continuar. Veo como sangra tu corazón en silencio con cada nuevo alfiler que le clavan, pero tú no te quejas y avanzas; y en ocasiones, reprimes tu dolor y tu cólera para no pagarlo con el primer desgraciado que se cruza en tu camino, pues no tiene la culpa de tu pesar.

No entiendo cómo puedes seguir avanzando, yo voy a tu espalda y aun así no tengo fuerzas ni para decirte que me dejes atrás. Y mirando los pasos que has marcado, me fijo en la sombra de tu corazón... es aterrador ver los clavos que te han clavado sin compasión.

Siempre he sabido que los reyes también lloran, pero no quise darme cuenta hasta que no te vi llorar de corazón.